lunes, 17 de noviembre de 2008

LA REFORMA PROTESTANTE

LA REFORMA PROTESTANTE

Martín Lutero, 1483-1546; después de Jesucristo y de Pablo, el hombre más grande de todos los siglos. Encabezo al mundo en su lucha de liberación de la institución más despótica de toda la historia; el ‘Fundador de la Civilización Protestante”
Nació de padres pobres en Eisleben, 1483. Ingreso a la Universidad de Erfurt en 1501 para estudiar leyes. “Magnifico estudiante, gran conversador y polemista, muy sociable y buen músico”, se graduó en un tiempo notablemente breve. En 1505, de pronto decidió ingresar a un monasterio. Monje ejemplar, y sumamente religioso, practicó todas las formas de ayunos y azotamientos, e inventó otras nuevas. Durante dos años soporto, como él decía, “tales angustias que ninguna pluma podrá describir.” Un día en 1508, mientras leía la epístola a los Romanos, de pronto vino la luz y la paz: “El justo vivirá por la fe.” Vio por fin, que la salvación se recibía mediante la confianza en Dios por medio de Cristo, y no por los ritos, sacramentos y penitencias de la iglesia.
Esto cambió su vida entera, y el curso entero de la historia. “Aun cuando su hallazgo hizo innecesaria una iglesia sacerdotal, él no se dio cuenta de ello inmediatamente.” Todavía aceptaba todas las usanzas de la Iglesia: misas, reliquias, indulgencias, peregrinaciones y la jerarquía papal. En 1508 llegó a ser profesor de la universidad de Wittenberg, puesto que ocupó hasta su muerte en 1546. En 1511 fue a Roma, y aun cuando aterrado por la corrupción y los vicios de la corte papal, todavía aceptaba la autoridad de aquella Iglesia. Volvió a Wittenberg, en donde sus sermones sobre la Biblia comenzaron a atraer a estudiantes de todas partes de Alemania.
Las Indulgencias.
La ocasión del rompimiento de Lutero con Roma fue la venta de indulgencias por Tetzel. Una indulgencia era una disminución de los dolores del purgatorio; es decir, una remisión del castigo del pecado. Según la enseñanza romanista, el purgatorio se parece bastante al infierno, solamente que n o dura tanto; pero todos tienen que pasar por él. Pero el Papa reclamaba tener potestad de disminuir estos sufrimientos o de remitirlos del todo, como prerrogativa exclusiva suya. Esto comenzó con los Papas Pascual I (817-24) y Juan VIII (872-82). Las indulgencias papales resultaron sumamente lucrativas, y pronto estaban en uso general. Se ofrecían como aliciente en las Cruzadas y en las guerras contra los herejes o contra algún rey a quien el Papa quería castigar; a los inquisidores, y a quienes traían leña para quemar a un hereje; a quienes hacían peregrinación a Roma; o para promover cualquier empresa publica o privada del Papa, o a cambio de dinero. El Papa Sixto IV, 1476, fue el primero en aplicarlas a las almas ya en el purgatorio. Las indulgencias se contrataban al por mayor, para su reventa. Esto de “vender el privilegio de pecar” llegó a ser una de las principales fuentes de las rentas papales. En 1517 Juan Tetzel recorría Alemania vendiendo certificados firmados por el Papa, que ofrecían a los compradores y a sus amigos el perdón de todo pecado sin confesión, arrepentimiento, penitencia ni absolución sacerdotal. Decía al pueblo, “Tan pronto como vuestro dinero suena en el cofre, las almas de vuestros amigos de elevan del purgatorio al cielo.” Esto horrorizaba a Lutero.
Las 95 Tesis.
El 31 de octubre de 1517, Lutero colocó en la puerta de la iglesia de Wittenberg 95 tesis, casi todas las cuales se relacionaban con las indulgencias, pero que en el fondo atacaban la autoridad papal. Era solamente un anuncio de que él estaba dispuesto a discutir estos temas en la Universidad. Pero las copias impresas se buscaban febrilmente por toda Europa. Aquello resultó ser “la chispa que levantó en llamas a Europa.” Siguió tratado tras tratado, en latín para los eruditos y en alemán para el pueblo común. Ya en 1520, Lutero era el hombre más popular de Alemania.
La Excomunión de Lutero
En 1520 el Papa emitió una bula que excomulgaba a Lutero y declaraba que si no se retractaba dentro de 60 días, recibiría “la pena debida a la herejía” (es decir, la muerte). Cuando Lutero recibió la bula, la quemo públicamente, el 10 diciembre de 1520. “Aquel día comenzó una nueva era” (Nichols).
La Dieta de Worms.
En 1521 Lutero fue llamado por Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano (que en aquel tiempo incluía a Alemania, España, Los Países Bajos y Austria), a que se presentara ante la Dieta de Worms. Ante una asamblea de dignatarios del Imperio y de la Iglesia de le ordenó retractarse. Contestó que de nada podía retractarse mientras no se le convenciera mediante la Escritura o la razón. “Aquí estoy; ninguna otra cosa puedo hacer; así me ayude Dios.” Fue condenado, pero tenia demasiados amigos entre los príncipes alemanes para que se cumpliese el edicto. Le escondió un amigo cerca de un año, y luego volvió a Wittenberg para continuar su obra de predicar y escribir. Entre otras cosas tradujo al alemán la Biblia, lo cual “espiritualizó a Alemania y creó el idioma alemán.”
La guerra papal contra los protestantes alemanes.
Alemania se componía de gran número de pequeños Estados. Regidos cada uno por un príncipe. Muchos de estos príncipes, juntamente con sus Estados enteros, habían sido ganados para la causa de Lutero. Ya en 1540, todo el norte de Alemania era luterana. Se les ordenó volver al redil romanista. En lugar de esto, se unieron para su defensa en la llamada Liga de Esmalcalda. El papa Paulo III instó al emperador Carlos V a que procediera contra ellos, y le ofreció un ejército. Declaró esta guerra como Cruzada, y ofreció indulgencias a todos los que tomaran parte en ella. La guerra duró de 1546 a 1555, y terminó con la paz de Augsburgo, en la cual los luteranos ganaron el reconocimiento legal de su religión. El Papa instigó esta guerra para lograr el sometimiento de los luteranos. Él fue en agresor; los luteranos estaban a la defensiva.
El nombre de “Protestante.”
La Dieta d Espira, 1529 D.C., en la cual los católicos romanos formaban la mayoría, dictó que los católicos podían enseñar su religión en los Estados reformistas, pero prohibió la enseñanza luterana en los Estados romanistas. Contra esto los príncipes luteranos hicieron una protesta formal, y desde entonces se les conocía como los “protestantes.” Aplicado originalmente a los luteranos, el nombre ha llegado a aplicarse, en el uso popular, a todos los que protestan contra la usurpación papal, inclusive a toda entidad cristiana evangélica.
En Suiza.
Tierra histórica de la libertad, la reforma fue comenzada por Zuinglio y llevada adelante por Calvino. La unión de los dos seguidores de ambos en 1549 constituyo la “Iglesia Reformada” Sus reformas fueron aún más completas que las de Lutero.
Zuinglio 1484-1531
Se convenció alrededor de 1525, de que la Biblia era el medio de purificar a la iglesia. En 1525 Zurich acogió oficialmente sus enseñanzas, y paulatinamente las iglesias abolieron las indulgencias, las misas, el celibato y las imágenes, guiándose únicamente por la Biblia.
Juan Calvino. 1509-64
Francés, aceptó las enseñanzas reformistas en 1533. Fue arrojado de Francia en 1534, y llegó a Ginebra en 1536. Allí su Academia se hizo centro y pivote del protestantismo, atrayendo a eruditos de muchos países. Fue llamado “el mas grande teólogo del cristianismo” Más que ningún otro, he orientado el pensamiento protestante.
En los países bajos.
La reforma fue acogida desde muy temprano; el luteranismo, y luego el calvinismo, y desde aun antes eran muy numerosos los anabaptistas. Del 1513 al 1531 se hicieron 25 diferentes traducciones de la Biblia en holandés, flamenco y francés. Los Países Bajos eran parte de los dominios de Carlos V. En 1522 él estableció la Inquisiciones, y mandó que se quemaran todos los escritos luteranos. En 1525 prohibió toda reunión en que se leyera la Biblia. En 1546 prohibió imprimir o poseer la Biblia ya sea la Vulgata o cualquier traducción. En 1535 decretó la “muerte por fuego” para los anabaptistas. Felipe II (1566-98), sucesor de Carlos V, ratificó los edictos de su padre, y con la ayuda de los jesuitas llevó adelante la persecución con mayor furia. Por una sola sentencia de la Inquisición, la población entera fue condenada a muerte, y bajo Carlos V y Felipe II más de 100.000 masacrados con crueldad increíble. Algunos eran encadenados a una estaca cerca del fuego y asados lentamente hasta morir; otros eran arrojados a mazmorras, azotados y torturados en el potro antes de ser quemados vivos. A las mujeres se les enterraba vivas, prensadas en ataúdes demasiado pequeños y apisonados por los pies del verdugo. Quienes trataban de huir a otros países eran interceptados por los soldados y masacrados. Después de años de resistencia bajo crueldades inauditas, los protestantes de los Países Bajos se murieron bajo la dirección de Guillermo de Orange, y en 1572 comenzaron la gran rebelión. Después de increíbles padecimientos, ganaron en 1609 su independencia. Holanda, al norte se hizo protestante; Bélgica, al sur, católica romana. Holanda fue el primer país que fundó escuelas públicas mantenidas mediante impuestos, y que legalizó principios de tolerancia religiosa y de libertad de prensa.
En Escandinavia
El luteranismo fue introducido desde muy temprano. Fue hecho religión del Estado en Dinamarca en 1536, en Suecia 1539 y en Noruega en 1540. Cien años después, Gustavo Adolfo (1611-32) rey de Suecia rindió notables servicios en derrotar el esfuerzo de Roma para aplastar a la Alemania protestante.
En Francia
Ya en 1520 las enseñanzas de Lutero habían penetrado en Francia, y pronto siguieron las de Calvino. En 1559 había cerca de 400.000 protestantes. Se les llamaba “hugonotes.” Su sincera piedad y vidas puras formaban notable contraste con las vidas escandalosas del clero romano. En 1557 el Papa ordenó su exterminio. El rey decretó que se les masacrara y mandó que todo súbdito leal ayudara en cazarlos. Los jesuitas recorrían Francia persuadiendo a los fieles a que llevaran armas para su destrucción. Perseguidos así por los agentes papales tal como en los días de Diocleciano, se reunían en secreto, a menudo en sótanos ya media noche.
La Matanza de San Bartolomé
Catalina de Médicis, madre del rey, ardiente romanista e implemento complaciente del Papa, dio la orden, y en la noche del 24 de agosto de 1572 fueron masacrados 70.000 hugonotes, incluso la mayor parte de los dirigentes. Hubo grandes regocijos en Roma. El Papa y su colegio de cardenales fueron en solemne procesión a la Iglesia de San Marcos, y se cantó el Te Deum en acción de gracias. El Papa también hizo acuñar una medalla en conmemoración de la masacre, y envió a Paris a un cardenal con las felicitaciones del Papa y de los cardenales para el rey y la reina madre. “Francia estaba a un pelo de hacerse realmente protestante; pero la noche de San Bartolomé de 1572 Francia asesino al protestantismo. En 1792 vino a Francia una protesta de otra clase” (Tomás Carlyle).
Las Guerras Hugonotes.
Después de la matanza de San Bartolomé los hugonotes se unieron y se armaron para resistir, hasta que por fin en 1598 el Edicto de Nantes les dio el derecho de libertad de conciencia y de culto. Pero mientras tanto, unos 200.000 habían perecido como mártires. El papa Clemente VIII llamó el Edicto de Tolerancia de Nantes un “cosa maldita,” y después de años de trabajo bajo cuerda de los jesuitas, en 1685 el edicto fue revocado, y 500.000 hugonotes huyeron a países protestantes.
La Revolución Francesa de 1789
Cien años depuse, fue una de las convulsiones más espantosas de la historia. El pueblo, en frenesí contra las tiranías de la clase reinante (incluso el clero, propietario de la tercera parte del suelo francés, ricos, indolentes, inmorales, e implacables en su trato de los pobres), se levanto en un reino de terror y de sangre. Abolieron el gobierno, cerraron las iglesias y confiscaron sus propiedades, suprimieron el cristianismo y el día domingo, y entronizaron a la Diosa de la Razón (representada por una mujer disoluta). Napoleón restableció a la Iglesia, pero no sus bienes; en 1802 concedió la tolerancia para todos; y casi termino con el poder político de los Papas en todo el país.
En Bohemia
En 1600, de los 4.000.000 habitantes el 80 por ciento era protestante. Cuando terminaron su obra los Hapsburgos y los jesuitas, quedaban solamente 800.000, todos católicos romanos.
En Austria y Hungría
Más de la mitad de la población se había hecho protestante, pero bajo los Hapsburgos y los jesuitas todos fueron muertos.
En Polonia
A fines del siglo 16, parecía que el romanismo estaba a punto de desaparecer del todo; pero aquí también los jesuitas mataron la Reforma mediante la persecución.
En Italia
El propio país del Papa, la reforma ya estaba bien arraigada; pero comenzó a trabajar la Inquisición, y casi no dejo trazas del protestantismo.
En España
La Reforma nunca hizo gran progreso, por cuanto la Inquisición ya estaba allí desde antes. Todo intento de libertad o de pensamiento independiente se aplastaba con mano implacable. El inquisidor Torquemada (1420-98), monje dominico, en 18 años quemó a 10.200 y condenó a cadena perpetua a 97.000. A las victimas generalmente se les quemaba vivas en la plaza pública como motivo de festividades religiosas. De 1481 a 1808 hubo cuando menos 100.000 mártires y 1.500.000 desterrados. “En los siglos 16 y 17 la Inquisición extinguió la vida literaria de España, y puso la nación casi fuera del circulo de la civilización europea.” Cuando la Reforma comenzó, España era el país más poderoso del mundo. Su actual estado insignificante muestra lo que puede hacer de un país el Papado.
La Armada Española 1588
Uno de los rasgos de la estrategia jesuita era provocar el derrocamiento de los países protestantes. El papa Gregorio XIII “no escatimo ninguna cosa para impulsar al emperador Felipe II rey de España, a la guerra contra la Inglaterra protestante.” Sixto V, quien llego al Papado cuando ya se maduraba el proyecto, lo declaro una Cruzada (ofreció indulgencias a todo participante en ella). En aquel tiempo España tenía la flota más poderosa que jamás había surcado los mares; pero la orgullosa Armada halló la derrota en el Canal de la Mancha. “La victoria de Inglaterra fue el punto crucial del gran duelo entre el protestantismo y el romanismo. Aseguró para la causa protestante no solamente a Inglaterra y Escocia sino también a Holanda, Alemania del Norte, Dinamarca, Suecia y Noruega” (Jacobs).
En Inglaterra
Hubo primeramente rebelión y luego reforma. Desde los días Guillermo el Conquistador, en 1066 había habido repetidas protestas contra el control papal de Inglaterra. Enrique VIII (1509-47) creía, así como también sus antecesores, que la Iglesia inglesa debía ser independiente del Papa, y que debía encabezarla el rey. Su divorcio no fue la causa, sino solamente la ocasión, de su rompimiento con Roma. Enrique no era ningún santo; pero tampoco lo era el Papa contemporáneo Paulo III, quien tuvo muchos hijos ilegítimos.
En 1534 la Iglesia de Inglaterra definitivamente repudió la autoridad papal, y se disponía a una vida independiente bajo la dirección espiritual del arzobispo de Canterbury, a la vez que Enrique VIII asumió el titulo “Cabeza Suprema” para los asuntos temporales y relaciones políticas de ella. Era arzobispo de Cantorbury Tomás Cranmer, bajo quien comenzó la Reforma. Se abolieron los conventos, acusándoles de inmoralidad; se introdujo en las iglesias la Biblia en inglés y un libro de oraciones en inglés, y se en ellas muchas practicas romanistas. En el siguiente reinado de Eduardo VI (1547’53), LA Reforma progreso notablemente. Pero Maria la Sanguinaria (1553-58) hizo un intento resuelto de restablecer el romanismo, y bajo ella padecieron el martirio muchos protestantes, entre ellos Latimer, Ridley y Cranmer. Bajo la Reina Isabel I (1558’1603) se permitió nuevamente la libertad, y la Iglesia Anglicana se restableció en la forma en que ha seguido hasta ahora. De la Iglesia Anglicana vinieron luego los puritanos y los metodistas.
En Escocia
Aún existía la influencia de Wyclif. Las enseñanzas de Lucero penetraron cerca de 1528, y luego las de Calvino. La historia de la Reforma escocesa es la historia de Juan Knox.
Juan Knox (1515-72)
Sacerdote escocés, comenzó a enseñar ideas reformistas cerca del año 1540. En 1547 fue apresado por el ejecito francés y enviado a Francia, en donde fue esclavo galeote 19 meses. Fue libertado mediante la influencia del gobierno británico y volvió en 1549 a Inglaterra, en donde siguió predicando. Cuando ascendió al trono Maria la Sanguinaria en 1553, fue a Ginebra, en donde se compenetro de la enseñanza de Calvino. En 1559 fue llamado a Escocia por el Parlamento de los Escoceses, para encabezar el movimiento nacional de reforma. La situación política hizo que la reforma eclesiástica y la independencia nacional fueran un solo movimiento. Maria Estuardo, reina de Escocia, había casado con Francisco II, rey de Francia, hijo de Catalina de Médicis, la de la matanza de San Bartolomé. De esta manera Escocia y Francia estaban aliadas, y sus coronas unidas por aquel matrimonio. Francia estaba empeñada en la destrucción del protestantismo. Felipe II rey de España y otros romanistas tramaban el asesinato de la reina Isabel I, para colocar en el trono inglés a Maria reina de Escocia. El Papa Pío V alentó el complot mediante una bula que excomulgaba a Isabel y subvertía la lealtad de sus súbditos (lo cual, conforme ala enseñanza jesuita, significaba que quien la asesinara haría un acto de servicio a Dios). Así, pues, no había posibilidad de reforma para la iglesia de Escocia mientras estuviese bajo el control francés. Juan Knox creía que el futuro del protestantismo dependía de una alianza entre Inglaterra protestante y la Escocia protestante. Se demostró ser un dirigente magnífico. La Iglesia Reformada se estableció en 1560, y con la ayuda de Inglaterra, en 1567 fueron expulsados los franceses; y el romanismo fue extinguido en mayor grado que en ningún otro país. En gran parte, Juan Knox hizo de Escocia lo que es hoy día.
La Contrarreforma.
En 50 años la Reforma había alcanzado a todo Europa, apoderándose de la mayor parte de Alemania, Suiza, los Países Bajos, Escandinavia, Inglaterra, Escocia, Bohemia, Austria, Hungría y Polonia y ganado terreno en Francia. Fue un golpe tremendo para la Iglesia Romana, que a su vez organizó la Contrarreforma. Por medio del Concilio de Trento (que duró 18 años, 1545-63), los jesuitas, y la Inquisición, se suprimieron algunos de los abusos morales del Papado, y a fines del siglo Roma estaba ya organizada para un ataque agresivo contra el protestantismo. Bajo la orientación brillante y brutal de los jesuitas reconquisto mucho del territorio perdido; el sur de Alemania, Bohemia, Austria, Hungría, Polonia y Bélgica, y aplasto a la Reforma de Francia. Dentro de cien años, en 1689, la contrarreforma había agotado sus esfuerzos. Los principales soberanos que pelearon las guerras del Papa fueron: Carlos V de España, 1519-56, contra los protestantes alemanes; Felipe II de España, 1556’98, contra Holanda e Inglaterra; Fernando II de Austria (1619-37) contra Bohemia (estos tres fueron emperadores del “Sacro Imperio Romano”); Catalina de Médicis, madre de tres reyes de Francia (Francisco II, 1559-60, Carlos IX, 1560-74, Enrique III, 1574-98), en las guerras de exterminio contra los hugonotes franceses.
Las Guerras Religiosas.
La movimiento reformista siguieron cien años de guerras religiosas: (1) contra los protestantes alemanes, 1546-55; (2) contra los protestantes de los Países Bajos, 1566-1609; (3) contra los hugonotes en Francia, 1572-98; (4) de Felipe II contra Inglaterra, 1588; (5) la guerra de los Treinta Años, 1618-48. Estas guerras involucraban rivalidades políticas y nacionales, como también intereses de propiedades, ya que en la mayoría de los países la Iglesia Romana era dueña de una quinta hasta una tercera parte de todas las tierras. Pero todas estas guerras fueron iniciadas por reyes católicos-romanos, instigados por los Papas y los jesuitas, con el propósito de aplastar al protestantismo. Ellos fueron los agresores; los protestantes se defendían. No se formaron los partidos políticos protestantes holandeses, alemanes y franceses sino después de años de persecución.
La Guerra de los Treinta Años 1618-48
En Bohemia y Hungría, ya en 1580, los protestantes formaban la mayoría, incluso la mayor parte de los nobles terratenientes. El emperador Fernando II, de la familia de los Habsburgo había sido educado por los jesuitas, y con la ayuda de ellos se comprometió a suprimir el protestantismo. Los protestantes se unieron en su defensa. La primera parte de la guerra, 1618-29, fue una victoria romanista, eliminándose el protestantismo de todos los Estados católicos. Luego resolvieron re-catolizar a los Estados protestantes de Alemania, Gustavo Adolfo, rey de Suecia, dándose cuenta de que la caída de Alemania significaba también la de Suecia, y quizás el fin del protestantismo, entró en la guerra. Su ejército fue victorioso, 1630-32. Salvó el día para la causa protestante. El resto de la guerra, 1632-48, fue principalmente una lucha entre Francia y los Habsburgo, y termino siendo Francia la primera potencia de Europa. La Guerra de los Treinta Años comenzó como guerra religiosa, y terminó como guerra política. Causo de 10.000.000 a 20.000.000 de muertes. La inició el discípulo de los jesuitas Fernando II, con el objeto de aplastar el protestantismo. Termino con la paz de Westfalia, 1648, que fijó los limites de los Estados romanistas y protestantes.
Las Persecuciones Papales.
El número de mártires bajo las persecuciones papales excede muy grandemente al de los mártires cristianos bajo la Roma pagana; cientos de miles entre albigenses, valdenses, y protestantes de Alemania, los Países Bajos, Bohemia, España y otros lugares. Suele excusárseles a los papas en esto diciendo que “así era el espíritu de aquel siglo.” ¿De quiénes era aquel siglo, y quiénes hicieron que así fuera? Los papas, que mil años habían dominado el mundo cristiano. Y ¿qué de los mártires del siglo veinte en Colombia, México y otros países en donde la iglesia Romana aún domina las mentes y los corazones?

martes, 8 de abril de 2008

NEUROTEOLOGIA

Algunas reflexiones sobre la Neuroteología

El debate de las relaciones entre la ciencia y la fe no deja nunca de sorprendernos y vuelve a estar de moda. Seguramente, a muchos de nuestros lectores les habrá llamado la atención el título del artículo. Neuro... que? Sí, tal como suena, neuroteología.
Dos expertos de la Universidad de Pensilvania, Eugene d’Aquili y Andrew Newberg han hecho públicas sus investigaciones sobre las repercusiones de la meditación en el cerebro humano. D’Aquili, profesor de psiquiatría y, al mismo tiempo, antropólogo de la religión, murió en agosto de 1998. Newberg es miembro del programa de medicina nuclear del hospital de la mencionada universidad. Ambos han trabajado juntos desde 1993 y dan a conocer los resultados de sus investigaciones en los libros «The Mystical Mind: Probing the Biology of Religious Experience» (Fortress, 1999) y «Why God won te go away: Brain Science & the Biology of the Self» (Ballantine, 2001), este último objeto de más amplia recensión.
Para sus investigaciones, d’Aquili y Andrew han utilizado un ingenio, el SPECT, que permite obtener imágenes de la actividad cerebral. Han analizado los datos de un estudio realizado con monjes tibetanos budistas y monjas franciscanas mientras meditaban y extraen una conclusión que impresiona: el impulso religioso arraiga en la biología del cerebro. Dicho de otro modo, Dios está —utilizando terminología electrónica— "cableado" (hard-wired) en el cerebro de la persona humana. El cerebro humano está, pues, según ellos, genéticamente estructurado, de tal manera que anima la fe religiosa.
Las investigaciones se iniciaron en torno a 1970. Se ha ido comprobando que la meditación y la plegaria provocan variaciones importantes en datos fisiológicos como las ondas cerebrales, los ritmos cardiaco y respiratorio, y el consumo de oxígeno. Se ha mostrado que la estructura del cerebro no es tan estática como se pensaba. El cerebro, así lo manifiestan los estudios recientes, cambia constantemente. Su estructura y función se modifican con relación al comportamiento humano, amoldándose. La meditación de un monje budista, o la plegaria de una religiosa católica, tienen unas repercusiones físicas en el cerebro, en concreto, en los lóbulos prefrontales, que provocan el sentido de unidad con el cosmos que experimenta el monje, o de proximidad a Dios que siente la monja franciscana. Estas experiencias —sensaciones que trascienden del mero plano individual— nacen de un hecho neurológico: la actividad de los lóbulos prefrontales del cerebro. Esta parte del cerebro corresponde a la capacidad de concentración, de perseverancia, de disfrutar, de pensar abstractamente, de fuerza de voluntad y del sentido del humor y, en último término, de la integración armónica del yo.

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ELABORADO POR

LUIS UBRI
ESTUDIANTE DE TEOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL EVANGELICA (UNEV).
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